sábado, 13 de febrero de 2016

El Amor es la posesión de la otra persona ... Sartre.



El Amor es la posesión de la otra persona ... Sartre.

Esta nota no habla de los amores que se festejan en los catorces de febreros (aunque es pretexto para esta ocasión) este apunte breve habla de la envidia, de la distancia.

Los tiempos avanzan y todo mundo debe de tornarse comprensivo, abierto, tolerante,  los tiempos ameritan ver la libertad del otro como algo natural, producto de  hacer y respetar ese hacer del otro, ser moderno es ser asi. Pero ese sapo rojo encarcelado en el pecho no siempre lo cree, coludido con la mente el corazón siempre trata de asegurarse de que el otro y su distancia este a nuestro alcance.

Entre Santa y Santo pared de cal y canto 

Cualquiera de nosotros siempre ha tratado de  poner tierra de por medio ante situaciones, meterle el pie a alguien para que ese alguien no haga reales todas las porquerías que imaginamos, “la mente se asegura” y el corazón pendejo “alcahuetea”, el corazón es una fiera herida, sangrante y rencorosa, de mirada serena y dientes afilados, el corazón es un perro furioso.   

Algunos pobres y algunos pobres fieles defienden el amor de Dios por sobretodo, pero ni siquiera Dios se escapa del amor y por añagaza de la posesión, su distancia que asegura su poder, Dios es ese gran violador de sus propias leyes, un burócrata que juega a los naipes tras el mostrador mientras los pobres esperan que se les atienda.  

Dios está podrido en dinero...    
                             
Dios está podrido en dinero,
dice en voz baja un comerciante del pueblo.
En sus eternos ratos libres, se entretiene devorando
la imaginación de quienes no tienen para comer.
¿Quiere retratar al Todopoderoso?
Meta su cámara en la boca de un pobre.


Francisco Hernández


   



jueves, 11 de febrero de 2016

Mentidero No. Cero. Año 1. Febrero 2016



He aquí el Mentidero numero cero, revista digital que pretende ser la extensión de las charlas entre amigos, los temas coherentes que se hablan entre borrachos, las platicas y anécdotas que se quedan en las cantinas, las cafeterías y sus romances de chocolate y ese espejo negro llamado café... Mentidero es una oportunidad para los lectores que escriben, para los escritores que leen, para todo aquel que cree que la literatura vale la pena, para todo aquel que sabe del poder de la poesía, para el que gusta del debate amateur o profesional.  Mentidero no es nada de lo mencionado, nada que ver con lo que esta leyendo en una pantalla luminosa.

Mentidero esta por crearse, es lo que no es y no es lo que es.



Mentidero Carta Editorial dedicada a LdanS. No. Cero. Año 1. Febrero 2016

Mentidero 11 de febrero 2016





El numero Ø de mentidero y todos los consiguientes, 
se los dedicamos a Luis Daniel Silva Sotelo,
quién en sus multifacetas se mostró y se
autodenominó de diversas formas : El Negociante de Almas, XYZ,
Laquenovuela Nialcanzaelcielo, Dana Soledad, LdanS,
La negociante Vixen, Lázaro ... O simplemente Dani. En vida
ofrendó su morada para que fuera un centro de confluencia de ideas,
de improvisación, de borrachera y caos también, donde asistieron de vez
en vez personajes de todo tipo, los que aportaban, los que observaban,
los que cantaban, los que se alocaban. Aquel fue nuestro mentidero
original y éste pretende revivir justo eso que inició nuestro amigo.

Ya no estás, pero estás.



Poesía póstuma de LdanS


Por Luis Daniel Silva

Quiebre psíquico

¡Míralo!,
¡Cínico y sin vergüenza!,
Ha llegado y no se irá,
Un quiebre psíquico me hundirá.
Es un sentimiento enloquecido,
Un acontecimiento de letargo,
Que no me deja pensar,
No me deja respirar,
No me dejará jamás: roto y torcido
me dejará.
Recuerdos,
Malas memorias,
Dolor,
Nacer,
Morir,
Yugo de mi propia mano.
Estoy maldito.


Silencio

¡Shh, shh, shh!
Haciendo silencio…,
Del otro lado,
Inverso-sordo,
Apagando las voces del mundo,
Mi sangre canta,
Abismo conjugado en mis tímpanos,
¡shh, shh, shh!,
"si dices mi nombre ya no existo",
¡shh, shh, shh!,
Cerraré mi hocico y tu argumento vendrá,
¡shh, shh, shh



Pensando en la tiniebla y la luz

Memorias...,
(Instantáneamente en ellas surge la) Tiniebla,
(¿Cuál elijo?) ¿Tiniebla o luz?: ¡tiniebla!



El amor del que hablo

Todos buscamos amar
Todos buscamos sujetar algo
Todos buscamos: sentir, tener, saber
¡Todos en absoluto!
¿Amor?, ¿qué es el amor si no ser en el
mundo?
Vivir lo todo como si fuéramos uno mismo
Vivir la “desgracia placentera”
Vivir el “placer doloroso”
Todo lo que miro, todo lo que huelo, todo lo
que oigo, todo lo que siento,
Todo,
Mis sentidos,
Yo intuyo y me absorbo en el mundo
Y el mundo me absorbe a mí,
No hay nada que no sea bello: ese es el
amor del que hablo.






     



LdanS 
Es el apócope de Luis Daniel Silva (1984- 2015), psicólogo, artífice del proyecto LdanS, poseía una mente inquieta y brillante; además fue fundador del primer mentidero. Como legado, enriqueció el mundo de quienes lo conocimos porque en ese sentido fuimos un poco mas universales.

ROJO TERRACOTA DE LA RUBIA MADONNA

por Jesús Alonso




La chica que no quería desnudarse, era madre de mis dolores. Cabello largo y oro como mar de redes, me ahogaba. Dominio y espeso fuego arrojaban sus ojos. La chica que no quería desnudarse.... Ah! Rojo terracota de la rubia madonna. La chica que no quería desnudarse, mataba a las flores. Su vida era filo de navaja, ladera de barranco. Para mí, un arma cargada en manos de la irresponsabilidad...

Y yo lloré a mí mismo largo rato ¿Cuánto tiempo pasó? Quizás hasta que las nubes se marcharon y terminé la última copa. Vi como el bus se alejaba. Se fue, mas una sombra permanecía sobre mi pensamiento.

Descendí por los callejones hasta la vieja ciudad. Vi santos y a sus penas deambular. Sombras permanecían tras de sí. Paralizado, helado, observé en ellos una expresión; quizás no existen respuestas cuando una tristeza te ahoga. Profunda como el universo y lejana como el remoto tiempo. En las calles, ninguna virtud sobre los divinos desposados me hizo cambiar de idea. Esas masas eran las que dirigían tales enfermedades contagiosas. Aparente tiempo de verano que envenena la razón. Un dilema encarcelado, un juicio archivado allá en memoriales tiempos pasados.

Un rostro en la esquina como esfinge. Rojo terracota era su vestir. Con sus andares... hacia mí caminaba. Monstruo fabuloso con un desorden por cabeza cuando se acercaba, lo que me ofrecían mis retinas.
Quise que caminara junto a mí. Hasta mi casa. Junto a mis lágrimas de color de sal. Accedió con tan sólo un gesto en su mirada.
Le dije...

“Tengo miedo a la soledad. Te invito a llevar un pedacito de mi corazón cada noche hasta la mañana. Pero tengo miedo. Te he visto antes. Lo he vivido antes. He acariciado muchas manos. Anduve tras la noche buscando la desaparición antes de la entrada de la mañana, para no sentir el deseo de tus caricias. Pero no oyes mis lamentos hasta que estoy a tu lado, hasta que sangro los restos de un antiguo amor, permitiendo que se ingrese entre rayos de sol y tome aire refinado, aferrado a la creencia de que alguna vez tuvo su gran día”.

Andaba a tres pasos de distancia sobre mí, tomando las riendas de nuestra caminata. Repasando sus labios con carmín.
Se detuvo un instante, que para mí representaba una eternidad de nada algo incómoda.

“Los amores, todos son ciegos. No ven más allá de su egoísmo” me replicó con sonrisa y sarcasmo.

En el zaguán, divina como deseo o como codicia sobre algo. Picante, dulce y áspera a los sentidos y al olfato, se alejaba de mí. ¿Cuánto tiempo he de esperar para eliminar su perfume de entre mis piernas?, ¿Para eliminar esta enfermedad contagiosa?.

Ah! Rojo terracota de la rubia madonna, con su dulce dominio del sentimiento. Temblé ante su contagio mientras se despedía sin cerrar la puerta. Caliente y fría se alejaba como una maldita esperanza escaleras abajo. Mis ojos marcaron un horizonte en cada peldaño de piedra que acuchilló con su tacón de aguja infectado con un pedacito de mi corazón. Desapareció al alba de la mañana. Puse mis ojos en la distancia. Al menos, por esa noche, se llevó consigo un pedacito de mi corazón.
Más tarde supe que lo arrojó a un vertedero cercano. Apareció meses después en una subasta pública, marcado por las lesiones de un número de teléfono que no conseguí. Teñido por el rojo terracota de la rubia madonna.



Ilustración : Sibyá Cipsela

         


POETA INFERNAL

Por Luis Nava

Poeta infernal



Un infernal poeta existe
Carece de vida su forma
Más al mundo entero conmueve su prosa.

Sin embargo en medio de la frase,
La fuente de su verbo
Un día extraviado quedo,
¡Y lastimose sobre manera!
Al ver su obra incompleta,
De un momento a otro
Había dejado de existir,
Había comenzado a vivir.

La existencia celosa de su Fiat
Le había negado el dolor y su sufrir,
Distraído lo quiso con una ilusión,
¡Con una falacia llamada pasión!.

Pero un ser hecho de dolor,
¡y a pesar de llegar a negarse!,
No puede conservar lo que le es ajeno.
Y por tanto, sin querer llego a perderlo,
Por fin, ha recobrado su vacío.

La tinta infernal corre de nuevo,
El dolor plaga ahora su vacío,
Y desde el fondo del abismo
Cruentos escritos arrancan sollozos
Y destrozan sueños,
La sangre tiñe los más claros deseos,
La oscuridad se regocija a tal grado
Que la vida y el mundo le resultan castrados.


Ilustración : Sibyá Cypsela



      

Luis Nava es por formación economista y también de vocación,
eligió la carrera sin pensarlo mucho, pero resultó ser adecuada
para él. Gusta de música de los más recónditos géneros siempre
que sea agradable a sus oídos, y está en una constante búsqueda
de apreciar de mejor forma cada rincón de lo generado, para 
apreciar cada pequeño aspecto maravilloso del universo visible.

Homenaje a Kazimir Malévich


Con motivo de la exposición Vanguardia Rusa El vértigo del futuro en el Palacio de Bellas Artes, que si bien comprende a muchos más artistas, pintores, diseñadores, escenógrafos, modistas, arquitectos, artesanos, entre otros; cabe destacar que la obra de Malévich fue pionera y precursora de los niveles de abstracción que manejó toda la vanguardia. Dicha reducción de elementos ponía de manifiesto el sentimiento generalizado de rechazo hacia los estándares de la exuberancia monárquica, se trataba de una misiva explícita de la revolución que se gestaba en todos los rincones de aquella Rusia de 1915. Con “El cuadro negro sobre blanco” Malévich rompía no sólo con el arte figurativo, también consigo mismo, a la vez que creaba un movimiento que influenciaría a otras vanguardias y al arte como lo reconocemos hoy en día: El suprematismo.


    


CARTAS A MARIALUISA


 Mi querida Marialuisa: 

Por Leonardo Hernández López

Llegaron las tardes de verano con su paso lento y las coincidencias se juntaron una tarde de té.  Recuerdo que usted cree en las casualidades.  Si es así, tenga mucho cuidado cuando el techo de la casa se humedezca y caiga por el piso haciéndose añicos, pues yo estaré pensando en usted. Olvídese de caminar apenumbrada durante el paseo con el perro y fúmese un tabaquito o una bachita en la esquina mientras espera a que den las diez; eso sí, cuídese mucho, Marialuisa, pues yo estaré pensando en usted. Suéñese mucho, Marialuisa, que su nombre contempla en el contenido las alabanzas a algunas vírgenes rotas y otras por amar. Cáigase, levántese, aprenda de memoria un poema, dígalo a la noche; viájese mucho: aún faltan los días en Argentina —empaque el libro de Cortázar—; planear a la familia, el parto, la ropa, la escuela, la universidad, los nietos; júntese todas las llaves de la casa, cierre las perillas de la estufa, asegure los picaportes de las puertas, deje de comer a los gatos, tienda las sábanas mojadas en los sillones, empareje un poco las ventanas, riegue las plantas, no pague las deudas a los bancos (son unos rateros comemierda), guarde todo en cajas: la muñeca de su cuarto, los cuadros de la sala, las tazas de porcelana, las postales viejas con recuerdos manuscritos… Hagamos un trato, Luisa, Marial, Marialuisa: deje fuera todos los sueños rotos y váyase lejos, al sur, al norte, a donde sea. Y por favor: cuídese mucho, Marialuisa, que yo estaré pensando en usted en cada merienda. 


Mi querida Marialuisa, otra vez: 

¿Que no se acuerda de mí? !Qué dualidad tan tonta es ésta? Yo no le tengo miedo ni a Benedetti ni a Gelman ni a Oliverio, mucho menos al dipsómano y bohemio poeta. El halo de su recámara era tenue, sí, y el de la sala más, pero mi memoria la tiene cruzada en el contraste de su piel blanca y su cabello corto oscuro. Y lo que es peor, aún recuerdo sus labios de espuma recorrer mi abdomen y mi vientre; sus gemidos silenciosos martillean mis tímpanos como pavorosos colibríes, y sus pies tan sencillamente poco ingrávidos al rose de mis ma-nos dejan hoy huellas en el fondo de unas sábanas a medio dormir. Tampoco se preocupe, que de tanto en tanto me enamoro y no pretendo quererla. Y déjeme decirle que las esperanzas ni son tan dulces ni tan mansas y las promesas ni tan leves: sólo se toman o se dejan. Yo no hago trueques y menos cotejos. Yo doy. No soy un donjuán y tampoco tengo una vejez muy triste a cuestas. Y mi último optimismo sería que en verdad me ofreciera su última confianza. ¡Ah, con que no se acuerda de mí!


Holografías ancestrales (Marialuisa nuevamente) 

Las letras manuscritas me causan un extraño sentimiento de melancolía. Son un cuerpo caído al infinito con sus curvas entrelazadas sobre una línea imaginaría de una mano que ya no está. Van, vienen, regresan al principio, vuelven al final. Me recuerdan a mis padres, a mis viejos; creo que mis abuelos ni sabían escribir: no los conocí mucho. Y ahora usted llega con esto. ¿Qué nos quiere decir? ¿Qué busca? ¿Qué dilema es éste? ¿Acaso es un juego de acertijos sobre la mesa? Déjeme adivinarlo. Son sus ancestros. Esas  que circunscriben a sus ojos pro-fundos y negros las escribió su abuelo: se quería comer al mundo. ¡Ah! Y me imagino las labiales consonánticas articuladas con la oclusión del flujo de aire de la boca de su abuela al leerlas: plosiva y explosivamente como usted. Esas yes, tan copulativas y arrugadas como los padres de sus padres de sus padres de sus padres. Les encantaba pronunciarlas juntos a todos: “Y nos amaremos y viviremos y soñaremos y nos escribiremos hasta siempre”. Un lugar aparte les corresponde a las fricativas, las maternales: su escritura en las postales rugosas me suenan a un estrechamiento de los órganos articulatorios; al pronunciarlas se modifica la acústica de las corrientes de aire de los muslos y los vientres yuxtapuestos. Los recuerdos de una fricción turbulenta de las equis, la eses o las efes como ondas periódicas dibujan la sangre de sus tátaratátaratatarabuelas: su acento fonético es la dimensión corporal de sus ancestros. ¡Ay, y las demás vocales! Si tan sólo mi voz pudiera extraerlas y suspirarlas de su nombre. 

Y allí usted, cual letra de postal manuscrita, con el rostro congelado, en blanco y negro, sin decir ni una palabra, a la expectativa, con sus cabellos aún largos, llena de recuerdos que se confunden entre el aquí, el ahora y la languidez de su autorretrato. Allí usted, nuevamente usted, porque es bien lindo imaginarla en mis historias… 



Ilustración : Sibyá Cypsela


        




Leonardo Hernández López. Escribidor de cortoletrajes, haikus y uno que otro poema en prosa. Ciclista urbano por convicción de la casa al trabajo y viceversa; de vez en cuando practica yudo y le gusta el jugo, que no el yugo. En sus ratos libres es editor y corrector de estilo en el Instituto de Investigación Bibliográfica de la UNAM. Es maestro en Historia por la misma universidad y le interesa leer acerca cultura impresa y escrita, censura inquisitorial de libros en la Nueva España y uno que otro tema relacionado con las prácticas populares en ese periodo. Escritor preferido: Reinaldo Arenas.

miércoles, 10 de febrero de 2016

TRIBULACIÓN

Tribulación


Una mañana tras presenciar un accidente pensó en su muerte, un asaltante, un revés, algo que fulminase su corazón..., la idea no le aterraba, le gustaba pensar en como moriría, su mente decoraba con detalles, suspiraba cuando una de sus muertes le parecía romántica.

Al día siguiente acudió al trabajo, concentrando sus actividades en sobrevivir un día más en aquel sitio tan mecánico. Por la noche acudió a una reunión de amigos y prestó atención a cada palabra, a cada gesto, a las sonrisas, de vez en vez intervenía en la charla y mencionaba algo breve, profundo y reflexivo, cómo si fuesen epitafios. Se sintió solo. De repente hubo algo vulgar en el aire que no le agradó, se levantó del sofá y salió del bar, sus amigos esperaban que estuviese afuera fumando un cigarrillo, haciendo una llamada, vomitando. Se había ido sin decir nada, estaban acostumbrados a su lejanía, a su risotada pegajosa que terminaba súbitamente sin desaparecer en sonrrisa.

Tenía novia, una chica estudiada pero poco culta, tranquila y simpática, sus paseos eran monótonos, el sexo no era algo común en ellos, él prefería ver pornografia al llegar a casa, sólo queria su compañía, la sonrrisa y el abrazo, no le importaba gastar dinero en citas y cursilerías. Decía quererla al igual que pasaba saliva. No conocía los placeres de las prostitutas. Era agradable al sexo femenino pero le aburría el trabajo de conquista, prefería a su novia santurrona y lenta que allí estaba siempre, quizá era cuestión de tiempo volverla un símil de las actrices porno con aspecto inocente, de ojos bonitos y sucias en la cama. Con ella se sentía mejor persona. Alguna vez ella desde su esperanza de convertirlo en un hombre efusivo y amoroso le habló de hijos, de vivir juntos, matrimonio, pero empezó a llover y el asunto se quedó en un charco ...

Siempre faltaba algo en su vida, en sus conversaciones con los demás, en los libros que leía y en los que no había podido comprar. Las charlas de su madre eran recuerdos de su infancia y el aborrecía ese pasado en la memoria de la vieja. No tenía padre, no le interesaba conocerle. Tenía camaradas pero al final caminaba solo en la acera rumbo al bus, era buen trabajador y sus compañeros lo consideraban ingenioso pero detestaba los halagos. Había algo que se amargaba en él. No tenía razones validas para pensar en un futuro con mujer e hijos.

Era tan solitario y no buscaba el abrazo ni el pleito. Las inclemencias le parecían nimiedades. Se enamoró muchas veces, siempre correspondido pero solía echarlo a perder. Sabía perfectamente que había algo gris en él. Extrañamente se sentía pleno en las tardes nubladas. Amaba a su familia con rigor geométrico y callado. Disfrutaba de las bromas y era buen bromista. Pretendía ser justo casi hasta la division atómica. Sabía que algo no iba bien consigo. Nada le agradaba lo suficiente, siempre todo era incompleto, su vida necesitaba algo y nada a la vez, estaba atorado en los momentos lúgubres, deshilaba momentos, unía palabras dispersas en las conversaciones, analizaba las sombras de las palabras, capturaba ecos de ideas.

Pensaba cada vez más en su muerte, en los efectos familiares de suicidarse, en el llanto ridículo de su madre, en el florista quien haría su cruz, en si su departamento seria vendible tras su muerte , en sus deudas con los bancos, en su novia gris, enlistó personas que creia que irían a su entierro. En cerrar o no la tapa de la computadora antes de colgarse de la baranda.

No sabía si guardar en pdf, en doc o imprimir este documento…


        Ilustración : Sibyá Cypsela



   https://www.facebook.com/entertosibyaland/timeline   




El Saltimbanque Décrépito es el seudónimo de Nicolás León. Un tipo al que su vanidad no le deja hablar mucho de si, pudor fetiche!. No ha participado mucho en nada o quizá poco en todo, prefiere la lejanía y las distancias, observar y tomar notas mentales para olvidarlas y que regresen a él sin acordarse de donde vienen.