martes, 30 de agosto de 2016

MONTEVIDEØ, 12 DE AGOSTO DE 2396

Por Guille del Castillo



Fue allá por el año 2302… lo recuerdo. Yo era joven y murió mi colega del banco, el contador Marco Sanguedolce. Fui al banquete de su velorio y me encontré con otros compañeros del trabajo; todos nos besábamos en los labios, bramábamos y cantábamos sin reprimirnos como era usual entonces. El cadáver de Marco estaba tendido en la habitual mesa de mármol, ubicada en el centro de una gran habitación. El lugar olía a lavandas marchitas y de fondo sonaba un funcional réquiem chill out. Los
meseros preparaban el cuerpo. Cuando estuvo listo, todos nos acercamos protocolarmente, pero esperando ansiosos nuestra porción. Manteniendo
con impertérrita formalidad la mano izquierda detrás de la espalda, los meseros fueron cortando delicadamente el cuerpo de Marco. Me acerqué
con mi voul au vent en mano y le hice señas a uno de ellos para que me sirviera una rodaja. 
—¿Picante? —me preguntó. —No, sólo philadelphia, gracias.
—Sírvase, caballero. 
Me tocó una delgada rebanada de brazo, pura grasa… yo moría por párpados. Igualmente, la porción estaba fresca y se veía bien. Me dispuse a necro ingurgitar indiferente. El resto del catering era en general algo austero y de muy mal gusto. Por suerte la familia era atea y no había ningún coach presbítero catando la carne. En cierto momento, tres de sus esposas y algunas personas que yo no conocía dijeron unas palabras y luego nos lo fuimos devorando en silencio. Repetí varias veces. Estaba tierno, pero he comido mejores. Cuando estuve satisfecho me retiré. Les di las sobras a los indigentes y me sentí bien, yo era un hombre solidario, moderno y civilizado.







Guille del Castillo: Músico y escritor uruguayo nacido en 1988. Fundador de Burocracia Cósmica, hoy Baganush. Sus relatos, al igual que su música, oscilan entre la crudeza y la dulzura; la complejidad y la simpleza, con un toque de humor a menudo presente. Vive en México desde 2012.

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