Por Jesús Alonso
Siento el orgasmo engullendo luz y
noche tras la explosión.
Navego en tus abrazos, aunque no sé nadar.
Caigo lento pues siento el cansancio en mis zapatos
y pájaros con secuelas equivocadas
y pájaros con pena y madrugada en sus alas.
Siento tu orgasmo como cuando nace una estrella.
Expandiéndose en el azul de la noche.
Sientes un orgasmo y
las alarmas te gritan
como un tren tirándose de los pelos y
en casa tienes el beso más largo y salvaje y
nuestros ojos saben de qué estamos hablando y
tu cuerpo desnudo, implacable, hermoso y
mi cuerpo sudado, exhausto, tiembla y derrama el
placer por la carne sobre tus nalgas.
Y tu grito se clava como estrellas en el cielo.
Sonríes y mis gritos se transforman en desierto.
Sonrío y la cama se empapa de tus olores.
Sonríes y caigo despacio, cierras las
piernas, fumo
lento.
Tu mirada se pierde en los edificios de la ventana.
Tratan de arañar el cielo con sus antenas.
Para entonces ya éramos un trocito de paraíso.
BORRACHØS...
Ya borrachos no caemos en nuestros
propios defectos.
No nos rompemos en pedazos en
ojos inalcanzables,
suficientemente fríos como
para besar.
Ya borrachos,
no podemos amarnos, y no duele.
El rencor recorre nuestras venas, y no duele.
Iremos más lentos y no duele.
Ya borrachos,
te inyecto en mi eternidad.
Y si el sol se esconde en mi vida, la luna
sabrá qué es una hermosa vista.
Ya borrachos,
los incendios causados por
los besos,
morirán con una cadena
al cuello.
Soltando caricias tristes.
Ya borrachos,
no dejamos de reír.
Y una mirada detrás de nosotros
salpica locura.
Ya borrachos,
somos un disparo más allá del grito.
Jesús Alonso es un individuo disperso y de inquietudes literarias, escribe poemas y prosa, es además baterista en Corcobado, Les Rauchen Verboten, Leone y Spanish Crooners y Erizonte.
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