lunes, 18 de abril de 2016

El Hueco del Mundo por Armando Noguez

I
Anuncia la lluvia la llegada de la noche:
la del fantasma que arrebata gente,
que muerde el tiempo y lo acorta;
en que horribles ratas trepan hasta el cielo y lo saquean,
se alimentan de ángeles y se convierten en hombres.
Vida y muerte copulan entre pestañeos.
Dios cierra los ojos y muerde sus labios hasta sangrar:
se exprime todo vestigio humano,
le da pena, hombres rata lo alcanzan y superan.
Algo le pasa a la mañana, ya no es virgen en su horizonte,
las ratas le mordieron el aroma, respira sólo sangre desde el suelo.
Algo le duele a la tierra, cayó en profundo frío
y expulsa desde el fondo de sus pulmones a sus hijos muertos.
I I
Habitamos donde las bestias se muerden rabos y labios
para olvidarse de pasado y futuro.
El desierto se ha expandido a las alturas.
Los ángeles han muerto de a poco y
las plumas de sus alas aún cubren las llanuras.
La puesta de sol huele a ausencia.
El hueco del mundo ha caído sobre nosotros.
I I I
Yo desnudo el suelo para vestirme con sus piedras,
no busco atacar, no duelo, no procuro los dientes de nadie,
mucho menos su espalda.
A decir verdad,
la versión más salvaje y agresiva de mí es cuando hago el amor.
Sólo camino y busco el sol como el resto,
uso el viejo truco de sonreír para vencerme a mí mismo.
Pienso que si las luces aún vienen al suelo
es porque aquí también hay ángeles
y yo creo en ellos porque me sonríen con ojos, y labios, y alma.

Si esto no es el cielo, no quiero ir a sitio cuando muera.



Armando Noguez Nació en la ciudad de Toluca, México el 19 de marzo de 1986. Escribe desde 2008. Fundó en 2012 el colectivo "Artistas del Hambre", en mi ciudad de origen.



  







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