miércoles, 20 de abril de 2016

SOBRE LO DESPRECIABLE Y MARAVILLOSO DE LEER Y ESCRIBIR por El Saltimbanque Décrépito


De un tiempo para acá y gracias a las redes sociales la mayoría escribe, jamas se había escrito tanto en la historia de la humanidad. Esas mismas plataformas virtuales dan voz a muchas personas. En la opinión de Umberto Eco “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”., también Giovanni Sartori advierte sobre el peligro de tener una generación de jovenes tan dependientes de la red, están dejando de ser homosapiens para empezar a ser homovidens, formando una sociedad que cada vez más pierde la capacidad de abstraer...


La necesidad de escribir necesariamente viene del hecho de leer, asi debería de ser, la lectura hace al individuo completo, dialogar lo hace listo y la escritura apuntala lo anterior, sin embargo cada vez se lee menos en México y se escribe más por contradictorio que parezca, muchos ahora aprecian la poesía y hasta se organizan lecturas de poesía con micrófono abierto al asistente, se leen poemas pero no se habla de poesía, la poesía sirve de pretexto para otra cosa, también es común que se recurra al reposteo de una imagen del texto de un libro que alguien si leyó, y que tuvo a bien regalarlo para que miles lo pongan en sus muros.


Los individuos mas educados académicamente no son excepción de caer en lo homovidens y de entrar en las filas de las legiones de idiotas, la educación en las universidades no garantiza que alguien tenga buen juicio, que sea una persona mas profunda y no una tabula rasa. Ante tal adversidad y carencia de ideas al universitario como al que no lo es le surge lo “pícaro”, para aparentar saberlo todo y escabullirse, les surge lo Cantinflas. 

De donde surge entonces la necesidad de escribir algo que pueda valer la pena en una sociedad que no fomenta la cultura?, Como hacer que nazca una verdadera necesidad de leer?, Como hacer que un razonamiento o un poema logre persuadir sin imponer?. El sueño de quien empieza a escribir que tras saber que alguien lo lee cambie y camine las calles de manera distinta. Escribir y ser leido esta mas allá de querer ser reconocido por esa habilidad, es mas bien una acción de mendigar y ser humilde a la vez. Por eso es que muchas de las personas que no leen creen que la poesía (tan simple y sublime) es cosa facil, que no se necesita estudiar para ser poeta, y que quienes la hacen son de tipos sin quehacer, ricos huevones.


Por eso leer y escribir es despreciable por un buen numero de personas de todos los sectores y actividades, desde algún personaje político que tiene gran sueldo e influencia en la sociedad pero no libros, hasta el fumador mal pagado que gasta más en tabaco.
Pareciera ser que empezar a leer y escribir para estos sectores poco habituados a hacerlo es extraño, inasequible a su realidad, inalcanzable, prefieren albergar la duda o preguntar al “de libros”, al matado, al estudiado, al que si fue a la escuela, para salir momentáneamente de esa duda pero sin sentirse dueños de sus ideas y palabras. Esta vez la practica necesita de la teoría. Cuenta la historia que Tales de Mileto al ir observando el cielo en compañía de una muchacha cayó al interior de un pozo, siendo el hazme reír de quién pudo rescatarlo. En ese momento se le pudo criticar a Tales por conocer el cielo pero no la tierra. Los hombres de libros y de curiosidad intelectual pertenecen a esa parte de la vida que parece estar en otra sintonía, en otra realidad. Se cree que los conocimientos de la geometría desarrollados por Tales habrían servido a los egipcios para la division y parcelación de terrenos ...


Leer y escribir, cultivarse, nos hace seres de más peso en el mundo, de más presencia, nos da más sentido como seres humanos.



    


El Saltimbanque decrépito, es el seudónimo de Nicolás León. Un tipo al que su vanidad no le deja hablar mucho de sí, pudor fetiche!. No ha participado mucho en nada o quizá poco en todo, prefiere la lejanía y las distancias, observar y tomar notas mentales para olvidarlas y que regresen a él sin acordarse de donde vienen.



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