VIOLENTURA
- y un beso que decide la batalla-
Gloria Mies
A luz o dedos lazarillos,
sin seda o medida en palabras
ni flores o canción gentil.
Juguemos con mi barbilla al muro,
tus dientes sobre el sur mío,
o estos pezones calando el infierno.
Que el viento mezcle ocurrencias y cortinas,
el tiempo se marque a cuatro brazos
y hagan pacto de cornisa: polvo y tabúes.
.
Atragantarme de tu espeso aflojar
y, para ti, la prisa marina de mi margen
Seamos bestial para cual;
en todo, el alma que nos falta
y un parapadeo de iris mínimo
entre tanto movimiento.
SÓTANO
Desde aquí, donde el dolor se inventa y se reparte;
amarguísimo vacío del insomnio hasta mis autoheridas,:
se salva un punto de luz untada de franqueza
con el alma en las encías; las ideas punzando.
Desde aquí, habitación de rincones con rincones;
revolcadero del yo y el yo hasta que nadan en lágrimas,
desde donde dejo de ser:
queman a su paso,
saltan entre mis párpados
y no hay perdón que atienda el grito
ni calme la más intima de mis sales.
Desde aquí, rimero de sarro y pestilencia,
el frío se oscurece;
trago en crudo la innervación de la palabra
y me carcome la sordera del tiempo.
Desde aquí, el sótano, donde crujo tan imperfecta.
EMBOCADURAS
(capturado del cuadro “Saturno devorando a su hijo”
de Francisco de Goya)
-Aquí están los hombres-
Philippe Soupault
Desquiciado,
hincas rodilla y dientes.
¿Qué culmina tu gusto,
dios-venganza
dios-hastío?
Famélico,
exprimes las vísceras del hombre,
tronchas la testa sazonada de lujuria
de necedad
y peor inmundicia
Mas ¿por qué no horadar su pecho
como entremés y trofeo?
Quizá reservas tal joya,
porque la fe debe morir de final
o es tal su sabor, que te seduce.
Anda con tu urgencia,
colmillea tu poder sobre ellos
y vuélvete: tiempo en tu tiempo,
arrastrando el cólico humano que,
si devorarlos decidiste por insoportarles,
vomitar será por igual náusea.
Rosario G. Towns busca espacios para expresar tanto interior. Espera alcanzar el poema exacto, el necesario. Le gusta ser una célula en el sueño de otros; las letras la abordan y las lleva hasta el buen puerto de quien escucha. En la escritura se pierde, se rescata.
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